Más de 2 años de negociaciones ha necesitado el Barça para cerrar el fichaje de Cesc Fábregas. Un traspaso que aún no se ha anunciado ni por el Arsenal ni por el club azulgrana, pero que se hará oficial el domingo, antes de que el centrocampista catalán tome el vuelo de regreso a casa.
Cesc abandonó la disciplina azulgrana a los 17 años (después de 7 cursos en el club), acudiendo a la llamada de Arsene Wenger. Nada más llegar a Londres, el de Vilassar de Mar se hizo un hueco en el once y compartió vestuario con otros exblaugranas como Hleb y Henry. Durante los primeros años se convirtió en una de las piezas fundamentales del juego gunner y en las últimas temporadas (tras la marcha de “Titi”) se erigió en el auténtico líder –incluso en capitán- de un conjunto que deslumbraba por su futbol ofensivo pero que naufragaba en cuanto a éxitos deportivos.
Cansado de no levantar ningún título y después de haber renovado –incomprensiblemente- en 2009, Cesc sintió el deseo de volver al Barça. El pasado verano estuvo muy cerca de aterrizar en el equipo de su vida pero las negociaciones no fructificaron y Fábregas tuvo que conformarse con liderar al Arsenal una temporada más.
Este año, Wenger se ha visto obligado a desprenderse de su estrella, ante el expreso deseo del futbolista. Si todo va bien, Cesc llegará a Barcelona mañana, firmará un contrato para las próximas cinco campañas y será presentado el próximo lunes. El Barça abonará 34 millones de euros, más 6 en función de variables, al Arsenal para poder dar carpetazo final a una historia que parecía interminable. El futbolista lucirá el dorsal 4 y podría disponer de sus primeros minutos como culé el miércoles, en el partido de vuelta de la Supercopa de España.
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