Carles Puyol debutaba como futbolista del primer equipo azulgrana. El entonces discutido entrenador Louis Van Gaal le concedió la alternativa a un joven carrilero diestro que no destacaba por su técnica pero si por su fuerza y garra.
Después de varias temporadas en el filial donde alternaba la posición de lateral y de mediocampista en banda derecha, su oportunidad le llegó en el nuevo Zorrilla de la mano del técnico holandés. Meses antes, Puyol estuvo cerca de abandonar Barcelona para ser cedido al Málaga, pero por suerte finalmente la operación no se cerró y el defensa, con el paso del tiempo, se ha convertido en un símbolo para el club. Su consagración como futbolista llegaría poco más tarde, el día del regreso de Luis Figo al Camp Nou vistiendo de blanco. Aquella jornada el técnico le encomendó la difícil tarea de marcar al portugués; el de La Pobla de Segur estuvo sensacional evitando que el luso pudiera entrar en juego. El partido se saldó con victoria culé por 2-0 y la afición pasó a tener un nuevo ídolo. Desde entonces su progresión ha sido imparable y ganó tanto peso en el vestuario que pronto se hizo con la capitanía del equipo.
Además, en caso de disputar el partido ante el Almería mañana en el Camp Nou, Puyol se convertirá en el tercer jugador que más encuentros oficiales ha jugado vistiendo la camiseta azulgrana en una lista que encabeza Migueli. Puyol podría cumplir el sábado 450 partidos, mientras que Migueli tiene 542. Sólo le superan, aparte del defensa ceutí, Xavi y Carles Rexach.
Con un palmarés envidiable, 3 ligas y 2 Copas de Europa como títulos más importantes, a “Puyi” aún le queda cuerda para rato. Sin ir más lejos, el pasado martes nos deleitó con otra portentosa demostración. Los culés queremos seguir viéndole marcando goles en el Bernabéu y alzando trofeos de azulgrana. A nueve meses de acabar contrato nadie se imagina un Barça sin Puyol.
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